lunes, 12 de septiembre de 2011

Cómo coleccionar arte cubano contemporáneo y no morir en el intento


Foto: Raúl Corrales. Colección CNAP.
A lo largo de más de cincuenta años, la preservación y el reconocimiento del patrimonio cultural de la nación cubana han estado entre las principales preocupaciones del Gobierno Revolucionario. Con este fin se han creado numerosas instituciones que entre sus misiones fundamentales contemplan la catalogación, la conservación, la restauración y el estudio de los disímiles acervos del país. Este sistema, múltiple y complejo, ha propiciado también el enriquecimiento de las colecciones existentes mediante la adquisición de nuevas piezas, así como la creación de nuevos conjuntos que enriquezcan los tesauros culturales correspondientes; ya sea en entidades especializadas o en otras de carácter público o administrativo. Ejemplo de ello han sido las valiosas colecciones que atesoran hoy la Casa de las Américas, el Centro Wifredo Lam, la Fototeca de Cuba, el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales, la Oficina del Historiador de la Ciudad, el Consejo de Estado, el Ministerio de Relaciones Exteriores y muchas de sus Embajadas, algunas cadenas hoteleras, entre otras.

Durante las décadas de los sesenta y los setenta el coleccionismo institucional alcanzó un momento de gran esplendor. Por una parte desaparecía gradualmente el mercado de arte que había logrado abrirse paso en la Cuba prerrevolucionaria, mientras que por otra se sustituía el destinatario privado y empresarial de lo artístico por uno de otro tipo, más en consonancia con la naturaleza económica del proyecto socialista entonces en camino. Se incrementaron entonces las instituciones estatales que, con el fin de cualificar sus espacios, compraban obras de arte; aunque no siempre con una clara conciencia de su rol histórico, ni con las debidas acciones de catalogación y preservación. Tras la creación del Ministerio de Cultura, las adquisiciones se vieron no solo como elementos visuales enriquecedores del entorno, sino también como vía de incrementar el patrimonio de dichas entidades, y por ende el del Estado y la sociedad en general. Mirada que se ha mantenido hasta nuestros días y se ha concretado en la reciente decisión de dicho Ministerio de fortalecer y apoyar el desarrollo del coleccionismo institucional, a pesar de los muy escasos fondos con que cuenta y de la severa crisis financiera del país.

En aras de estimular esta actividad se otorgó un presupuesto anual al Consejo Nacional de las Artes Plásticas, lo que favoreció el desarrollo de una colección que, como meta, reuniera lo mejor y más representativo de la nación en materia de artes visuales cubanas contemporáneas. Tarea de gran significación, si tenemos en cuenta que solamente existen fondos representativos de arte cubano de finales del siglo XX e inicios del XXI en el Museo Nacional de Bellas Artes, así como mínimas colecciones de aquel en los museos provinciales de Camagüey, Santiago de Cuba y Holguín, a lo que se suma el conjunto de obras recuperadas del centro del salud de Topes de Collantes, tibiamente ampliadas en una nueva instalación en pleno Escambray. Aunque todo ello no llena el vacío que provoca la ausencia de una institución -ya sea una pinacoteca o un museo- que se dedique específicamente al estudio y conservación de lo producido en las últimas cinco décadas y se mantenga dialogando con la creación actual. Igualmente, deben considerarse las dificultades espaciales y económicas de las instancias antes mencionadas, las cuales deben abarcar otros períodos y ocuparse además de otras cuestiones inherentes a sus objetivos específicos y esferas de acción. De mantenerse constante la asignación del presupuesto por parte del Ministerio y el empeño del Consejo de Artes Plásticas, la colección atesorada pudiera constituir la génesis de tan anhelado centro dedicado al denominado Arte Contemporáneo, pues el aumento gradual de las obras generaría una necesidad real de espacio y abierto diseño expositivo; además de exigir una política abarcadora y dinámica en la selección, así como condiciones de climatización y almacenamiento adecuadas. 

Inicialmente la conformación de la colección del Consejo Nacional de las Artes Plásticas estuvo signada por el acopio y adquisición de piezas que, con probada calidad artística, mostraran la labor de los Premios Nacionales de Artes Plásticas. Labor que permitió en el año 2008 una exposición en la sala de recepción de la propia institución, la cual permanece desde entonces con carácter permanente. Debido a los resultados visibles, obras de carácter patrimonial, que formaban parte de la ambientación de algunas instancias del sector cultural, incrementaron los fondos de tan joven proyecto. Debido al paso del tiempo, estas habían cambiado tanto de ubicación o proyección, que se habían deteriorado y no eran correctamente atendidas. Una vez restauradas y ubicadas las nuevas piezas que se sumaron al acervo de la institución, la directiva del Consejo Nacional de las Artes Plásticas -que ha estado al cuidado y definición de la colección- determinó la expansión de los límites que definían el conjunto. Así comenzaron a adquirirse obras que, realizadas en fechas más recientes, conformaron el subconjunto Arte Contemporáneo.

Teatro Nacional de Cuba, Sala Covarrubias, La Habana
Durante este primer momento de trabajo, y con la experiencia adquirida gracias a la primera exposición, se decidió realizar una segunda muestra en la que se presentaran las nuevas piezas compradas. Después de definir cuáles serían los objetivos de esta actividad, se realizó en la galería René Portocarrero de la Sala Covarrubias del Teatro Nacional, coincidiendo con la restauración y reapertura de tan importante centro. De esta manera, se sometía a consideración del público, especializado o no, la valía de la muestra, a la vez que se desplegaba una suerte avanzada o ejemplo piloto en pos de promover el coleccionismo como alternativa cultural institucional posible.

Centro de Desarrollo de las Artes Visuales, La Habana
Ya con más destreza en el manejo de las piezas, y la concepción de la colección como conjunto orgánico, se designó oficialmente un equipo de trabajo, conformado por especialistas de experiencia y un estudiante, en aquel momento, de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana que había participado en la realización de la segunda exposición. El Centro de Desarrollo de las Artes Visuales fue entonces el lugar escogido para realizar una gran exposición que reuniera la totalidad de las obras atesoradas por el Consejo (tanto las piezas de los Premios Nacionales, como las obras Patrimoniales y las nuevas adquisiciones), y a su vez propiciara un diálogo entre las muy diversas generaciones, modos de hacer, estéticas, filiaciones artísticas.

El acervo que hasta nuestros días ha logrado agrupar y atesorar correctamente la institución asciende ya a más de 80 artistas y 100 obras. Estas se han mostrado en diferentes soportes y se facilitan, previa coordinación, para exposiciones temporales en centros de reconocido prestigio y con claras posibilidades para cuidarlas. En este sentido, puede señalarse el trabajo con la página web del Consejo Nacional de las Artes Plásticas, la inclusión de las obras en diferentes monografías, revistas y catálogos, y el préstamo al Museo Biblioteca Servando Cabrera para las exposiciones homenajes a Fayad Jamís y Benito Ortiz, entre otras acciones.

Si bien es cierto que para garantizar la correcta conservación de las piezas el Consejo Nacional de las Artes Plásticas ha acondicionado un local para el almacenaje, es importante señalar que la mayoría de estas se encuentran ambientando los espacios de dicha institución. Decisión que se ha tomado sobre la base de la socialización y promoción de los artistas, ya que de esta manera la mayor parte de los fondos quedan a la vista de todas aquellas personas que visiten el Consejo.

Centro de Arte, Holguín
Conscientes de la necesidad de movilidad de las piezas, para que estas sean apreciadas y disfrutadas por el público interesado más allá de los límites del territorio habanero -lo que supone darle presencia real al viejo sueño de hacer del arte cubano activo un verdadero patrimonio conocido de toda la nación y del mundo- el Consejo ha organizado actividades con la Colección fuera del ámbito de la Ciudad de La Habana. Así, se gestó la muestra de una parte del acervo atesorado en la ciudad de Holguín1, durante la pasada edición de la Fiesta Iberoamericana de la Cultura, y se encuentra en preparación una exposición en la República Bolivariana de Venezuela.

Se trata de una colección que está todavía, no obstante lo acertado de su idea y estructura, en los primeros episodios de su existencia. Pero sin dudas, es la fase de arrancada de un afán por convertir en destino y depósito del arte visual nuestro a la sociedad y al Estado.

1 Inaugurada el 24 de octubre del año 2010 en el Centro Provincial de Arte de Holguín, la muestra se tituló: Arte Cubano Contemporáneo. De los 90 a los 2000.