
Segundas intenciones, exposición personal de Claudia Pérez, indaga sobre un fenómeno bien contemporáneo: el regalito. Y utilizo el diminutivo con toda intención, pues no me refiero a la acción tradicional y voluntaria con la que se premia a una persona; sino a la resemantización que ha sufrido esta palabra que, tornado su significado en trueque, garantiza una mejor atención en los servicios públicos, agiliza trámites o resuelve milagrosamente imposibles. Sin dudas ha puesto Claudia el dedo sobre la llaga, y para advertirnos de estas segundas intenciones ha realizado esta exposición.
La pulcritud y homogeneidad de los lienzos blancos desvía la atención del espectador hacia sus envolturas, las cintas, que cambian de forma aleatoriamente. Se suceden en esta muestra diseños que van desde los más logrados y cuidados, hasta el más desesperado horror vacui, pasando por el kitsch y el mal gusto, entendido como falta de sentido estético, dependiendo de los metros de cinta disponibles en cada caso. Detalle que revela en esta propuesta discursiva, sobre la intrascendencia del contenido, la importancia de la acción (dígase envolver, preparar, embellecer) y el tiempo dedicado a ello.
Dentro del corpus homogéneo de cuerpos blancos y
envoltorios rojos aparece lo diferente, un lienzo adornado con cintas verdes. Esta
contraposición pudiera resultar una alusión directa al título de la exposición,
pero esto sería solo una lectura fácil. El cambio de color no alude de forma
directa a la intencionalidad, sino que sintetiza, más bien, posibles pares
binarios que inciden sobre la trascendencia del presente y su resultado (rico –
pobre, bonito – feo, bueno – malo, CUC – CUP, decorativo – utilitario, etc.).

Aunque la actualidad y pertinencia del tema
seleccionado reclama soluciones como esta, donde lo textual adquiere un peso
casi protagónico, en el futuro Claudia deberá apostar por la síntesis, pensando
texto y soporte artístico como una sola unidad.
Segundas intenciones no es una exposición complaciente, pero aun así no
deja un sabor del todo agrio durante la visita. Si bien no es este el entorno
que queremos percibir y aceptar, es sumamente esperanzador ver cómo los jóvenes
reaccionan ante este y, mediante la denuncia, apuestan por una realidad
diferente.
* Palabras al catálogo de la exposición Segundas intenciones, Galería Antonia Eiriz, La Madriguera
* Palabras al catálogo de la exposición Segundas intenciones, Galería Antonia Eiriz, La Madriguera